Si yo les preguntara a cualquiera de ustedes si se cuidan, seguramente me dirían que si, que comen saludable, alimentos bajos en grasa, vegetarianos, veganos, sin colesterol… otros me dirían además que hacen deportes, seguramente coincidiríamos en que la base de una vida sana es una buena alimentación, todos estamos de acuerdo en que es fundamental saber qué alimento llevamos a nuestro cuerpo, que es bueno para él y que no.

Pero nuestro cuerpo no sólo se alimenta de lo que le damos x la boca, igualmente, se alimenta de lo que le llega por las orejas, Si, también nos alimentamos de palabras, las que dejamos que entren por nuestros oídos y las que viven  dentro nuestro: esas que nos repetimos diariamente y que forman nuestros pensamientos … A que ahora, ya no estamos tan seguros de cuidarnos tanto.

 La PNL sostiene que “la palabra genera realidades”. Si esto es cierto, entonces, las palabras que escuchamos, que decimos y que pensamos, tienen una importancia fundamental en nuestra vida, en aquello que creemos, en aquello que proyectamos, que imaginamos y por supuesto, en nuestra salud.

En Japón, un señor llamado Masaru Emoto, hizo un experimento sorprendente, empezó exponiendo frascos con agua a diversos sonidos, música, palabras y luego observó que la apariencia estética de los cristales de hielo que producían parecían ser influidos positiva o negativamente de acuerdo a la naturaleza de estos mensajes. Los cristales expuestos a palabras como paz, amor eran sublimes y los expuestos a palabras como odio, ira, eran francamente espantosos, no tenían armonía.

Emoto se  preguntaba, si las etiquetas de los envases influyen sobre el agua, qué impacto tendrá lo que escuchamos, lo que nos decimos a nosotros mismos y a otros, ya que estamos constituidos por un 70 a 80 % de agua.

Luego experimentó con arroz, eso es algo muy sencillo que cualquiera puede hacer en su casa: si ponemos arroz cocido en tres botes de cristal, en uno ponemos la palabra gracias, otro lo dejamos sin etiqueta y en el tercer frasco ponemos la palabra tonto, y los dejamos 30 días, podremos ver que el primer frasco fermenta dando un olor agradable, el segundo simplemente se pudre y el tercero se llenará de moho y se pondrá negro.

Tonto, Tonta… cuántas veces utilizamos esta palabra, “inocentemente”. Cuántas veces nos decimos cuando algo nos sale mal “pero es que soy tonta” y peor aún cuántas veces se lo decimos a otros, a nuestros hijos talvez? Por supuesto lo hacemos sin mala intención, inocentemente… pero las palabras no son inocentes, las palabras generan realidades.

Entonces qué realidad generará que me repita constantemente: soy tonta, soy tonta… o que se lo repita a alguien, y más si esa persona es un niño que está en formación, esa etapa en la que somos una esponja que absorbemos todo lo que nos rodea.

Cómo nos caerá la comida sanísima, ecológica que consumimos conscientemente mientras miramos el noticiero o mantenemos una discusión con nuestra pareja, o estamos peleando con los niños porque no comen, por la notas o lo que sea?

Qué generará en el agua de mi cuerpo el constante cartelito de “no soy capaz”, “no puedo” “soy un desastre”, no me lo merezco o aunque sea “no se si me lo merezco”.

Pero no son las únicas palabras tóxicas que comemos diariamente, también están las que decimos o pensamos con respecto a otros “ese es un tal o cual”, Ese no sabe nada de nada, esas además de envenenarnos por dentro, envenenan a otros y nuestras relaciones con los otros…

De todas estos diálogos  que vamos generando y que poco a poco y día tras día van habitando nuestra mente, se forman nuestros pensamientos, nuestros hábitos, los juicios y los “prejuicios” y así es como vamos creando nuestras realidades, nuestras verdades, esas por las que a veces estamos dispuestos a morir, entrar en guerra y pelearnos con todo el mundo, todas cosas “muy saludables” pero eso sí, siempre poca grasa, por el colesterol.

Tenía un novio, hace mucho tiempo que pensaba,  seguramente como algunos en esta sala, que las mujeres al volante son un “desastre”. Un día íbamos en el coche y adelante nuestro una fémina que no se atrevía a adelantar en un cruce y entonces mi novio peleándose con ella (sólo en realidad, porque la otra nunca se enteró) decía: “vamos, pasá, qué miedo que tenés, qué miedo” Y yo con mi alma de filósofa enchufada siempre, pensé “si, ese es justamente el sentimiento, “miedo”, tiene miedo. Miedo de pasar y que la choquen? Probablemente, en Buenos Aires no existe el ceda el paso, allí lo reemplazaron por el pasá si sos macho. Pero también un miedo más poderoso aún, el miedo a no dar con la talla, el miedo que genera esas palabras que escuchamos todas las mujeres todo el tiempo “mujer al volante… como un mantra, a qué si?

Entonces, una mujer cuando va a aprender a conducir, qué será lo primero que piensa? Muy inconscientemente hasta las feministas como yo, sentimos esa vocecita que nos susurra al oído “mujer al volante, peligro constante” entonces viene el “seré capaz”? y si me equivoco?, cómo cualquier persona cuando aprende algo, sólo que en este caso el equivocarnos es corroborar aquellas palabras, aquella sentencia, y allí aparece la realidad que genera esas palabras de las que hablaba la PNL, ahí viene, la confirmación, ya de ser simplemente una equivocación, que falta prácticar más, o inclusive aprender, etc. se convierte en una verdad inconstrastable por obra y gracia del poder de la palabra.

Cómo eso, muchas cosas que repetimos como mantras, inconscientes del daño que podemos causar, “los hombres no lloran”, “dale, no seas miedoso, cobarde”, “las chicas buenas no se comportan así” (esa era de mi madre).

Les pido que piensen un momento nada más; cuántas veces al día, le decimos a alguien que no puede, que no vale, que es tonto, que es un desastre.

Qué es un desastre? Qué dice el diccionario: “Desgracia grande, suceso infeliz y lamentable. Utilizado en sentido figurado, persona poco hábil, poco capaz, que lo hace todo mal o a la que todo le sale mal.

De verdad conocemos a alguien o nos pasan cosas diariamente  que podamos definir con esta palabra? De verdad yo, mi hijo o mi pareja pueden ser definidos como “desastre” qué información,  qué energía estamos enviando cuando elegimos utilizar esta palabra?

Les propongo un ejercicio. Quiero que cierren los ojos, mientras escuchan lo que digo y quiero que se fijen bien en su cuerpo, ese que cuidamos tanto, qué sensación tienen en el cuerpo con estas palabras: Eres un desastre, no sabes hacer nada bien. Qué malo eres… Lo tenemos?

Y ahora: Qué bueno eres, eres hermoso, eres grande, eres inteligente, única, maravilloso, divina…

Qué tal? Cómo se sintió?… mejor?

Porque así como las palabras pueden generar enfermedad, también pueden generar salud. Nosotros elegimos, depende de nosotros, como dirían los estoicos.

Qué palabras vamos a consumir a partir de ahora?

Palabras tóxicas o palabras saludables?

Y la palabra mágica: GRACIAS, agradecer siempre, como el primer acto de mi mañana, agradecer que estoy viva, que tengo salud, que tengo dos piernas, hay tanto que agradecer… la luz del sol… agradezcan: salgan de su casa agradeciendo y a la noche, antes de dormir, agradezcan todo lo bueno que tuvo el día, lo malo, déjenlo pasar, mañana será mejor y a la mañana siguiente, otra vez, agradezcan… les puedo asegurar que así sí tendrán un día “super saludable”.

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